sábado, 7 de mayo de 2016

La mejor herencia

Desde que yo era niño tengo en mi memoria una imagen grabada de mi padre: En su silla mecedora leyendo un libro o el periódico del día. Llegaba del trabajo jugábamos un rato y como un reloj: a su rincón.
Me pedía que fuera a la biblioteca y le trajera el libro que estaba leyendo. No se si lo hacía a propósito porque para encontrarlo me tocaba ir leyendo los nombres que traen y que se ven cuando están metidos todos parejos en el estante. También me llevaba las revistas de la época: Kalimán, Águila Solitaria, Arandú, Pato Donald, Archie y muchas más. Entonces, él con su libro y yo al lado con mi revista. Y a mi lado como que también disfrutaba: Mi perro pastor, que completaba el trío dinámico.
Una de las herencias que quiero dejar a mis hijos es el hábito por la lectura. Lo hago por medio del ejemplo -Me ven  leyendo en mis ratos libres- además no pierdo oportunidad para leerles o ponerlos a que me lean. Así le van tomando amor a la lectura que a propósito hoy está en crisis con eso de las redes sociales, los teléfonos inteligentes y las tables. Además quiero aportar un poco a esa trágica estadística de que en el país de las ferias de libros solo leemos en promedio un libro y medio al año.
Es una misión de mucha paciencia, perseverancia y constancia. Pero tengo claro que esta herencia es una de las mejores que un padre o madre le pueden dejar a sus hijos. Se que si leen serán mejores personas, críticos y tomarán mejor sus decisiones.
Mi hijo menor de once años cursa séptimo de bachillerato. Al mes de mayo que está comenzando ya se han leído dos obras literarias acordes para ellos. -hay autores que escriben excelente para los jóvenes- Lo he visto sin presión tomar el libro y sentarse a degustarlo. Lo miro orgulloso, sonrío para mis adentros. La directiva del colegio y yo tenemos claro los mismos objetivos: sacar a la sociedad excelentes personas y ambos sabemos que este es uno de los principales comienzos. Hoy acaban de comenzar el tercer libro: una novela.
Mi sitio preferido de lectura es un chinchorro guajiro que he colgado en mi habitación. En cierta ocasión me encontró con lágrimas en los ojos leyendo. Extrañado me pregunta que porque lloro. -Mijo, este excelente libro tiene una trama que me hace llorar. Se que le causó impresión. Un día lo encontré ojeando el libro. Muy pronto lo veré leyendo: el olvido que seremos, el que me hacer llorar cada que lo leo.
A propósito, hay libros que  en la vida uno lee dos y tres veces, nunca se olvidan y nos marcan para toda nuestra existencia. De esos libros es que quiero que lean. No importa si físicos o virtuales, novelas o cuentos, poemas o de historia, de ayuda personal o la biblia, la Constitución o los códigos. O caricaturas como yo cuando era niño. lo importante es que les guste, que reciban la herencia con agrado. La disfruten.
Para concluir,  No se aburriran en ningún sitio. -Ni en las filas de los bancos- siempre que tengan un buen libro.
A propósito, a mi niño, también lo envío a la biblioteca de la casa a que me traiga el libro que me estoy leyendo y he dejado ubicado en un rincón estratégico.
@Lhernanta

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