En este momento en Colombia estamos tratando de empezar a implementar el nuevo sistema de administración de la justicia aprobada el año pasado por medio de proyecto de reforma Constitucional sobre equilibrio de poderes.
Ahora bien, podemos señalar varios aspectos dentro de las deficiencias de la justicia; los escándalos que involucra sus más encopetados representantes en el carrusel de las megapensiones, además, jueces en fallos dudosos, la rotación de los magistrados por las altas Cortes, la silla giratoria del "Tu me elijes, yo te elijo" y la percepción generalizada que tenemos uno de los sistemas Penales más corruptos de Latinoamérica.De igual forma estos escándalos son los que tienen a la opinión pública muy atenta a que se empiece a implementar la nueva reforma Constitucional, esperan mejoría en la justicia que da la sensación que es aplicable solo al ciudadano del común, no sobra sin embargo decir que se hace un proyecto de ley por cada escándalo que se presente y tenemos la chapa de ser un país carcelero, acá un carcelazo es sinónimo de justicia y no está reglamentada la presunción de inocencia.
Paradójicamente con lo que sucede en la cúspide de la justicia y al otro extremo, con la gente del común, nos damos cuenta lo urgente de una reforma integral, donde prime mejoras económicas, la desigualdad salarial entre los Integrantes de la rama es una de las muchas causas de corrupción, además la impunidad generalizada, la ineficiencia y por último la politización.
Lo cierto es que la búsqueda de ese equilibrio se venía pidiendo a gritos luego que desde la reelección del doctor Uribe se creara una sensación de que el Ejecutivo es más poderoso que los demás poderes, más cuando intentó durante su mandato volver a reformar la Constitución aspirando a un tercer periodo como Presidente de los Colombianos. De lograrlo hubiéramos quedado como una republiqueta bananera y el sueño del Libertador por el suelo. afortunadamente el poder Judicial le puso el palo a la rueda Uribista y el tatequieto a entrar en un caudillismo salvador.
De todas maneras desde cuando el Ejecutivo presentó las reformas, el regreso de la confianza de los colombianos estaba en manos del Congreso, ahora está del lado de la Rama Judicial, muy importante lograr los cambios para que no siga en aumento la desconfianza general ante el sistema de justicia. Vale la pena volver a mirar nuestra Corte Constitucional como salvaguarda de la Constitución, que se recupere la confianza en todas las Cortes, en el Consejo de Estado y en los jueces, por la tranquilidad del país.
Si bien todo apunta a que se generó desequilibrio en los pesos y contrapesos de las tres ramas del poder público debido a que la Constitución del 91 está diseñada para un periodo presidencial de cuatro años, con el fin que no intervenga ni incida el presidente de la República en la composición de los entes de control, las altas Cortes ni en el banco de la República, no obstante con la reelección hubo reducción de independencia de estos organismos, puesto de otro modo, empezamos a vivir los choques de trenes cuando se enfrentan las altas cortes. Más allá que tuvimos cuatro años más de seguridad, vivimos una tranquilidad pocas veces vista, una sensación de paz, pudimos viajar por tierra después de mucho tiempo y la sensación que las Farc estaba diezmada, lo cierto es que al doctor Uribe le faltaron los cinco centavos para el peso, adicionalmente en cuestión de guerra no logró vencer a las farc y hoy estamos pagando un duro precio. Lo claro hasta el momento es que haber sido reelecto con una Constitución promulgada para solo cuatro años del poder Ejecutivo, le permitió concentrar poder, llegó a la cúspide del desbarajuste constitucional cuando tuvo la osadía de aspirar a un tercer mandato que al final no logró y su pupilo el doctor Santos dio una vuelta en U hacia la paz, dando la espalda a las políticas de guerra.
Es fundamental empezar a entender que el daño más grande a la justicia inició cuando se politizó, los magistrados ya no llegan a las altas Cortes por capacidad y preparación, ahora se hace por favores políticos, la política en Colombia absorbe e invade a la justicia. Por haber politizado el Consejo Superior de la Judicatura hoy desaparece, los políticos acabaron y arrasaron con él.
Lo evidente es que ahora se necesita blindar a las altas cortes para que no se corrompan con el dinero fácil como el último gran escándalo del magistrado Pretel por la escogencia de tutelas negadas en otras instancias para fallarlas a favor de su cliente.
Los principales artículos de la reforma de equilibrio de poderes que además reforman la Constitución son: Eliminación de la reelección presidencial, propuesta de la que se apersonó directamente el señor presidente Santos pero luego de que el mismo se hizo reelegir, hubiera sido transparente si lo hubiera hecho sin haberse reelegido, pero lo hizo con el cuento que la paz es con él y con nadie más. La eliminación del Consejo Superior de la Judicatura y creación del Consejo Nacional de Gobierno Judicial con deberes como definir las políticas de la rama. Se crea el cargo del Gerente de la justicia para darle a la rama judicial autonomía presupuestal ya que de esta depende su independencia. Curul en el senado para el perdedor de las elecciones presidenciales, en la Cámara para el candidato perdedor a la Vicepresidencia, en la asamblea para los candidatos perdedores a la gobernación y al concejo el candidato perdedor de la alcaldía, se crea la comisión de aforados en remplazo de la comisión de acusaciones de la Cámara, que se encargará de juzgar al Fiscal General de la Nación y a los Magistrados de las altas Cortes.
Como suele ocurrir en los grandes cambios en el país, arrancó mal el comienzo de la implementación y aplicación del equilibrio de poderes, de ahí que desde el viernes 18 de diciembre se debió elegir el gerente de la rama. De hecho, por medio de medida cautelar del Consejo de Estado suspende su elección para analizar una serie de demandas, además se atraviesa la vacancia de los funcionarios por el fin de año y al día de hoy no ha sido posible su elección.
Más allá de la buena voluntad de la reforma de equilibrio de poderes es necesario impulsar que la ciudadanía vuelva a recuperar la confianza en la justicia y esto no depende de reformas ni equilibrios, solamente podrán volver a estar en el corazón de los colombianos con un actuar decoroso, con decisiones de peso y salvaguardando la Constitución por encima de cualquier presión del Poder Ejecutivo y persistir seguir en la corrupción es borrar con el codo lo que se hace con la mano.
Dicho todo esto, sin embargo, a la justicia hay que fortalecerla para recuperar la confianza, que los colombianos se sientan orgullosos de ella, entonces, por el bien de Colombia, esperemos que esta reforma le devuelva la dignidad a la rama judicial.
@Lhernanta
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