lunes, 11 de septiembre de 2017

Muchos nos creemos abogados

Para tratar de entender lo que sucede hoy en Colombia respecto a la sociedad y los medios de comunicación con relación a los jueces, se presenta la oportunidad de hacer interpretación del libro “El alma de la Toga” de Angel Ossorio y Gallardo. Decía el autor que: muchos nos creemos abogados, pensamos e interpretamos como abogados. Entonces, el tendero se cree abogado, el periodista habla y escribe como abogado, el policía se cree abogado, el conductor del bus se cree excelente abogado. Mi jefe se cree el mejor abogado. Los directores de los medios de comunicación se creen los mejores abogados especializados. Pero escasamente ninguno se ha puesto nunca una toga ni saludado el código civil. Luego en los corrillos todos –medios de comunicación y nosotros la comunidad- pretendemos saber interpretar las leyes y los códigos y nos vamos enojando con los jueces cuando dictan sentencias que no nos gustan. Pero no logramos interpretar que para entender debemos al menos conocer de nuestra realidad judicial. Por todo lo anterior y debido al hacinamiento en las cárceles del país muestra que el poder Legislativo colombiano siempre contempla rebajas en las penas de los detenidos y procesados por la justicia. Su tendencia es buscar mecanismos sustitutivos de la pena privativa de la libertad. Que privarlo de ella sea la última decisión y que no sea posible otra. Los jueces luego trasladan estas providencias a sus sentencias. Caso contrario ocurre con los fiscales que se les hace muy difícil aceptar y acatar la evolución del derecho penal y por eso seguimos con la chapa a nivel internacional de país carcelero donde un carcelazo es sinónimo de justicia. Todo lo anterior muestra que no podemos afirmar y gritar a los cuatro vientos que todos los jueces son corruptos o que incumplen su labor. Lo recomendable es rodearlos para que le lleguen al corazón y alma de la ciudadanía y no solo eso, es necesario que esta comprenda que los jueces hacen su labor con la mejor de las intenciones. Lo cierto es que son seres humanos, seres común y corrientes, tienen familia, hijos, tienen problemas de salud, deben visitar al médico, entre tanto a todo esto cumplen exhaustos horarios en sus despachos, trabajan de buena fe, cumplen y se apegan a la constitución y la ley, claro que como humanos se equivocan. No sobra, sin embargo decir que para que la democracia y la concordia funcionen se necesita de los jueces, creer y confiar en ellos. Más ahora que estamos entrando al posconflicto. En síntesis, el clamor de la ciudadanía es escuchado por los jueces, saben que deben garantizar los derechos fundamentales a todos. El juez está sometido en su actuar a la ley y a la Constitución y deben garantizar la vigencia del Estado social de derecho. Si a una persona se le captura ilegalmente se debe dejar en libertad porque así lo estipuló el legislador.

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