lunes, 16 de mayo de 2016

Crisis de la profesión docente

Acaba de pasar la celebración del día de la profesora y profesor en Colombia. -A propósito sin bombos y platillos como se lo merecen- Personas que llevan años en esta labor de educar a nuestros hijos: los niños, niñas y adolescentes de Colombia.
Al respecto, su labor muchas veces es durantemente criticada sobre todo por personas que paradójicamente no han tenido la oportunidad de preparar ni de liderar ni facilitar una clase pero de igual forma son los que más fuertemente señalan en público a las profesoras y profesores.
Ahora bien, podemos señalar que frente a esta profesión tan maltratada, desde abajo y desde arriba se les da duro. Primero desde aquellas personas por las que trabajan -los queridos padres de familia y estudiantes- segundo, desde las instituciones privadas que los contratan, que muchas veces no todas cumplen con los requisitos y lineamientos exigidos en la legislación laboral colombiana. Y tercero desde el Gobierno de turno que muchas veces para que les sean reconocidos sus derechos los vemos en los tire y afloje de los paros de labores.
Pero lo cierto es que aunque siempre se encuentran entre la espada y la pared, se hace necesario señalar: están orgullosos de su labor.
Solo los que llevan años en esta profesión, que la llevan por dentro, que enseñan con el corazón, saben que no hay docente en cuya vida no existan trasnochos, madrugadas, sacrificios de actividades de pareja, de familia. No hay docente que no lleve trabajo para la casa porque no  alcanzan las 50 o 60 horas que pueden estar en su institución. Es comprobado que no están las cuarenta horas que dice la legislación, están más y a pesar de eso no alcanza para las actividades que se derivan de una hora de clase, tanto en la preparación como en la evaluación -No sólo las evaluaciones que realizan a los estudiantes- sino como se analiza el estudiante a medida que el programa avanza.
Por la dinámica a la que está hoy entrando el país, -el posconflicto- es bueno que en Colombia se abran espacios a cerca de la reflexión de lo que hoy llamamos la crisis de la profesión docente. Pero más que un ejercicio o debate, estudiar la falta de reconocimiento y respeto de los derechos de los profesores y profesoras en todos los niveles educativos de Colombia.
En efecto, a pesar de los problemas económicos y de reconocimiento de derechos, también se presenta que en muchos niveles muchas veces el padre de familia ve al docente como enemigo y no como un aliado en la formación de la nueva generación.
Hoy que estamos analizando todos los factores por lo mal que nos ha ido en las pruebas Pisa, además estamos mirando la posibilidad de copiar y traer para Colombia estilos de educación de los países con los mejores resultados en estas pruebas, no podemos ignorar que en esos países no existe crisis en la profesión del docente, todo lo contrario, son respetados, tienen excelente situación económica, les pagan a tiempo, su labor es reconocida como una de las mejores de la sociedad, tienen excelente sistema de salud y por último, no van a dictar clase pensado en sus múltiples problemas económicos. Entonces es por aquí donde debemos empezar ya que esta crisis nos acompaña año tras año y los gobiernos de turno no presentan soluciones de fondo,  solo paños de agua tibia.
Si vamos a salir a delante, será sólo por nuestro esfuerzo. Con está óptica, justo es alentar a los docentes para que sigan trabajando arduamente por nuestros niños, niñas y adolescentes que como sabemos, solo es posible con el capital humano de los profesores y profesores de Colombia.
Como reconocimiento especial  nunca podríamos olvidar que en los niveles básicos -preescolar, transición-  es donde enseñan la labor más hermosa: a leer a nuestros niños y niñas. Y esto  nos marca para siempre, nos acordamos toda una vida de ellos, no los olvidamos.
Muchas gracias maestros y maestras

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