jueves, 2 de mayo de 2019

La Corte Constitucional: Nuestra guardiana.

Las Constituciones de los diferentes países antes de la segunda guerra mundial eran tenidas prácticamente como una carta. Existían, estaban ahí pero como un adorno.

Con el holocausto ocurrido y posterior juicio de Nuremberg llegan cambios transcendentales para la humanidad: surge la Organización de Naciones Unidas. Y, por el Doctor Hans Kelsen, el autor de la “teoría pura del derecho” obtenemos el surgimiento de la Corte Constitucional como guardiana, ama y señora de la Constitución.
En ese sentido, diferentes países inmediatamente empezaron a implementar la Corte Constitucional a su ordenamiento jurídico.

A su vez, a Colombia nos llega sólo hasta 1991, cuando se decide cambio de Constitución. Este cambio surgió prácticamente sin querer queriendo, pues solo se pensaba en reformarla debido a que por más de 100 años nos había mantenido al menos unidos.

Nuestros criollos constitucionalistas se enfrentaron todos a tremenda encrucijada que solucionaron yéndose a copiar las de Italia, España y Francia. Estos tres países habían salido de sangrientas tiranías y habían  implementando Constituciones como catálogos de derechos humanos con celosas Cortes Constitucionales. Pero como ya les había pasado la guerra y el nepotismo de sus tiranos al copiarlos nos trajimos catálogos de derechos humanos de países ya en paz a una Colombia en sangrienta guerra con el narcotráfico y diferentes grupos guerrilleros.

La Constitución de 1991 ha logrado traernos la paz con diferentes actores de nuestras guerras: la logró con el M19,  con los diferentes sangrientos carteles de la droga, con los paramilitares y por último con la guerrilla de la Farc. Pero, en los 28 años de existencia podría tener más muertes que la anterior Constitución en sus más de 100 años.

No obstante, el problema que hoy tenemos los colombianos con la polarización y división que no nos deja estar tranquilos, surge con el manejo tan impositivo que el anterior gobierno le dio a las negociaciones con la Farc en Cuba: el manejo al marco jurídico para la Paz, cambio en el umbral del plebiscito, el famoso fastrack, y no tuvieron en cuenta que la mayoría votó NO. Y, posteriormente, una reparación a las víctimas que no se vislumbra por ningún lado.

Ahora bien, el derecho internacional público nos trae un conjunto de normas destinadas a reglamentar las relaciones existentes entre los sujetos internacionales. Además, da las pautas a las relaciones entre los diferentes Estados y tiene como principal objetivo o misión evitar la guerra entre las naciones. Regula las relaciones pacíficas y el régimen jurídico de los tratados internacionales entre los diferentes Estados. Todo esto teniendo a la ONU como organización que velará por su cumplimiento.

Justamente, Colombia es tal vez el Estado de la región más respetuoso de sus decisiones y tratados mostrando una fuerte seguridad jurídica y respeto por los demás estados. Se preocupa por lo que se piensa de él en el exterior y trata por todos los medios de acatar las decisiones que tomen los organismos internacionales sobre él.

Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas nos envió un mensaje en esos tonos impositivos que es necesario que el Presidente Duque de manera urgente firme el proyecto de Ley Estatutaria de la JEP sin tener en cuenta sus objeciones porque eso va en contra de los acuerdos ya acordados y por supuesto de La paz de los colombianos y de la región.

En ese escenario, a nuestro presidente Duque no le debe temblar la mano para firmar las objeciones como mandato que le dimos los millones de colombianos que votamos por él. Y, que las violaciones sexuales a las niñas, niños y adolescentes por miembros de las Farc no vayan a quedar impunes.

En síntesis, hay un pequeño detalle que se le olvidó a la ONU: La mayoría del pueblo votó por el doctor Duque como presidente de Colombia para que hiciera correcciones de fondo a la JEP. Si hubiéramos estado de acuerdo con lo acordado con la Farc, hubiéramos votado por Petro, Vargas Lleras, Fajardo o Humberto de la Calle.

Para concluir, aunque nuestra Corte Constitucional siempre ha estado en las más difíciles decisiones como guardiana, esta vez considero que debe ponderar y escuchar el clamor de un pueblo para que se acabe de una vez por todas esta polarización y llegue una paz estable y duradera.

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