jueves, 25 de enero de 2018

Más allá de los peajes

Urabá, la mejor esquina de América está sumida en problemas que son el resultado del abandono eterno del Estado colombiano.
Los nuevos gobernantes, los líderes sociales y los Concejos municipales en este rincón del país creen que las obras de cemento son sinónimo de progreso. Pero se olvidan sostener políticas públicas sociales que redunden en el bienestar de sus habitantes. Los alcaldes piensan que deben dejar obras que se vean -como monumentos a cangrejos gigantes, obeliscos o parques- para ser  recordados y se olvidan que los alcantarillados -aunque tapados con tierra- también son necesarios.
Urabá fue la región del país más azotada por la Farc, ELN, EPL que se pavoneaban por la serranía del Abibe, bajaban a hacer sus fechorías a los pueblos y salían como perro por su casa. Y por último por los paramilitares que con su defensa de la región y su plan limpieza fue peor la cura que la enfermedad. Y, ¿Dónde estaba el Estado?

Por otra parte, cuando en la región debido a cambios de políticas de seguridad se obligó a las familias salir de los campamentos bananeros -dónde trabajaban y vivían con sus hijos- hacia los pueblos, los niños de la época -que hoy son los jóvenes-  se debieron quedar solos hasta que sus padres fueran y regresaran de la plantación. Ningún líder social visionó y hoy como resultado obtenemos jóvenes sin estudio engrosando las pandillas de la región.
Otro -de los muchos- componente que agobia toda la región del Urabá antioqueño es la falta de oportunidades y atención en todos los frentes de los políticos del Chocó para con sus gobernados y por lo tanto estos salen a buscar oportunidades y comida a Antioquia: Turbo y Apartado más bien parecen pueblos chocoanos con jóvenes sin educación que llegan a engrosar las bandas de delincuentes y esto desbarata cualquier política social de los alcaldes de la región. Así mismo, como para muchas familias chocoanas la solución al desempleo,  falta de oportunidades, estudio para sus hijos y el abandono social de sus líderes es emigrar hacia la tierra prometida: Antioquia, se encuentran que como el paraíso soñado no es real les toca entonces vivir en barrios marginados de invasión que en Turbo rayan la miseria humana.
Para el actual gobierno que ha manejado una política de que los tales paros no existen o que en todas las manifestaciones sociales están involucrados los del Clan del golfo es necesario que analice que la mayoría de los Colombianos estamos preocupados por la participación de los jóvenes en delitos de todo tipo. Ellos, que deberían estar estudiando, prestándose para sacar el país adelante, preparándose para ser hombres de bien, andan sumergidos en un mar de violencia.
Hoy muchos sectores y autoridades del país están solicitando reformar las normas vigentes para endurecer las penas y que los mayores de 15 años que cometan delitos graves sean juzgados y condenados como adultos.
Muy fácil empezar a buscar soluciones inmediatistas -como las del Ministro de Defensa- a un problema de abandono del Estado colombiano. Es más fácil llevar a nuestros muchachos a las cárceles que empezar a implementar políticas serias desde la primera infancia.
Si los alejamos de las drogas, les damos oportunidades para ingresar a la universidad, si tenemos un gobierno incluyente que los proteja y ayude; si protegemos a la familia como pilar, centro y núcleo de la sociedad, evitaremos el tener que meterlos presos.
La responsabilidad es tripartita, familia, sociedad y Estado; entonces, ¿en dónde queda el Estado? Tenemos que empezar a buscar soluciones de fondo y a largo plazo. En nuestros jóvenes hay que invertir, no llevarlos a la cárcel.
Los gobiernos municipales y departamentales deben sumarse, no puede ser un problema exclusivo del gobierno central. En realidad, es un asunto de todos y todos tenemos que buscar soluciones e invertir en propuestas de prevención que permanezcan en el tiempo, fácil: estudio y trabajo.
Para empezar a corregir el eterno abandono estatal en Urabá y en vez de estar pensando meter presos a los jóvenes -que participaron en las manifestaciones- cuando prácticamente son unos niños y que aún no han conseguido su primer empleo, debe pensar el gobierno en crear la Zona Metropolitana de Urabá, unir toda la región con sus respectivos alcaldes concejales y líderes  para que jalonen y gestionen políticas públicas para todos sus habitantes, tirar de la cuerda todos para el mismo lado. Además, gestionar y solicitar las partidas para los chocoanos que seguirán llegando debido a la falta de oportunidades en su Departamento.
Como premisa podemos afirmar que el  desplazamiento no sólo lo produce las bandas criminales, los paramilitares o la guerrilla, también es el resultado de la falta de presencia del Estado, el comportamiento errático de los políticos al engrosar sus propios patrimonios y darle la espalda a su pueblo.
Para concluir, el problema de no permitir los peajes en la región no es nuevo. Por allá en los años noventa se colocó uno en la entrada a la Brigada Militar de Urabá cerca a Carepa. Una noche se escuchó una fuerte detonación, la explosión dejó echa añicos la caseta del peaje. Luego pretendieron hacerlo al frente de la entrada al Politécnico Jaime Isaza Cadavid muy cerca al comando central de la Policía Urabá. Por descuido de su administración lo dejaron sin luces y dos jóvenes estudiantes que se desplazaban en moto perdieron la vida al chocar con uno de los muros de la caseta. La sociedad exigió quitarlo y no permitió su reubicación. Por lo anterior el gobierno decidió no volver a colocarlos. Urabá tiene un atraso en vías de más de 40 años. En otras palabras sin peajes no hay inversión en las carreteras de la región con un gobierno terco que a pesar de las manifestaciones dice que el cobro será suspendido pero no serán reubicados.


@Lhernanta

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