miércoles, 10 de mayo de 2017

Bogotá entre la espada y la pared

Con apenas 16 meses de gestión del alcalde Peñalosa puede ser contraproducente intentar revocarlo con la idea que no cumple con lo relacionado con las promesas en campaña y por lo tanto con el plan de gobierno. El problema no es hacerlo, pues tiene muchos y poderosos enemigos, el gran inconveniente es lo que podría significar en nuestra democracia y el costo económico del proceso revocatorio. Según la norma son tres las causales para que se pueda intentar sacar al alcalde, la primera que no cumpla con su plan de gobierno. La segunda, que haya contra el mandatario insatisfacción generalizada y por último que la decisión no afecte de manera drástica las finanzas públicas o sostenibilidad fiscal. Esta última no la he podido entender muy bien pues la están aplicando también los jueces y los magistrados en sus sentencias. O sea, antes de fallar deben mirar si el Estado tiene dinero para pagar. Si no hay, entonces la sentencia podría ser adversa. Claro que el alcalde es impopular, además hay también insatisfacción generalizada, lo dicen las encuestas pero solo a un año que el Concejo le aprobó el plan de desarrollo sería más sano dejarlo trabajar y darle margen para que lo aplique y trate de mejorar la ciudad. Ahora bien, Bogotá nuestra capital que la deberíamos querer todos y estar más atentos con lo que sucede en ella, le ocurre algo muy particular y contrario a lo que ocurre en ciudades como Medellín o Cali que tienen dolientes, la gente las quiere y las hace respetar. Bogotá no los tiene y muchos tratan de sacarle el mejor provecho propio. Al señor Peñalosa lo aporrea la arrogancia o estar mal de equipo asesor que le hablan y le dicen al oído solo lo que él quiere escuchar. Por otro lado, lo catapultó y lo puso en contra de miles de Bogotanos llegar a la alcaldía y de inmediato empezar a desbaratar todo lo hecho por su antecesor. No le da el tiempo para desbaratar, sin siquiera empezar a hacer la gestión propia. Fuera del pueblo bogotano son dos alcaldes ilusionados con el Metro para la ciudad por el señor presidente Santos: Petro y Peñalosa. Así mismo por esa ilusión el pueblo ha votado por ellos. Pero cuando pasa el debate electoral el señor presidente luego de tirar la piedra, esconde la mano. Al alcalde anterior le dio un cheque chimbo. Al actual le fue peor, le está dando la espalda. Para concluir, son varios los interrogantes que los colombianos que no vivimos en la capital del país pero la sentimos como propia tenemos con relación al proceso revocatorio. El primero, que no se esté organizando por malos perdedores de la contienda electoral. El segundo, que no sea una revancha política del grupo que perdió y tercero, que no sea plan de ataques permanentes a toda la gestión del alcalde por parte de Petro y su grupo. Con base en todo lo anterior y para aportar un poco a la solución de la problemática en que se encuentra sumida la capital de los colombianos se podría pensar en la segunda vuelta electoral para elegir a los futuros alcaldes de Bogotá y al perdedor una curul en el Concejo municipal para que vaya a hacer una oposición sana y democrática. En síntesis es muy difícil que en 16 meses de gestión el actual alcalde solucione los grandes problemas heredados de sus tres inmediatos antecesores. Además, las cosas para el señor Peñalosa están muy difíciles pero no imposibles. Por lo tanto, debe darle un vuelco a su gestión, acercarse más a la gente, escuchar más y mejor.

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